CUANDO SU FOBIA GENERA MI MIEDO
La fobia es más que un miedo irracional: puede convertirse en un muro entre las personas. Cuando alguien tiene fobia hacia lo desconocido, la religión, la sexualidad o la cultura, no solo les afecta a ellos. Su miedo se convierte en odio, y ese odio genera mi propio miedo: el miedo a no ser aceptada.
Siento sus miradas, los comentarios escondidos y, a veces, el rechazo abierto. Es como si su fobia se convirtiera en una excusa para mantener la distancia, una distancia que genera aún más miedo en ambas partes.
¿Podemos romper este círculo? Quizás todo empieza con el valor de mirarnos a los ojos, sin dejar que la fobia y el odio dominen nuestros encuentros.
¿SE PUEDE ODIAR EN UN PAÍS CON LIBERTAD DE EXPRESIÓN?
La libertad de expresión es un pilar fundamental en muchas sociedades, pero ¿dónde está el límite entre libertad y responsabilidad? ¿Puede el derecho a expresarse justificar el odio hacia los demás? En un país donde la diversidad debería ser una fortaleza, vemos con demasiada frecuencia que la libertad de expresión se usa como un escudo para legitimar la discriminación.
Pero el odio no son solo palabras. Es miradas, acciones y estructuras que afectan a quienes estamos del otro lado. Para mí, la pregunta no es solo si se puede odiar, sino si, como sociedad, podemos soportar las consecuencias de ese odio.
Tal vez la respuesta no sea limitar las expresiones, sino usar nuestras propias voces para romper el silencio, y tal vez, algún día, el miedo.